Una aproximación integral y multidisciplinar al «iberismo», como búsqueda de interrelaciones o denominadores comunes entre las sociedades de raíz hispano-lusa, desborda obviamente los límites del estudio histórico de la tradición política del movimiento iberista.

iberismoo rae

El acervo multidisciplinar del «iberismo» tiene tres dimensiones: una política (Movimiento Iberista), otra antropológica-cultural (Iberidad o ibericidad) y una tercera geopolítica (Paniberismo e Iberofonía).

La “Iberidad Antropológica-cultural” estudia el “alma” que une a lusos e hispanos. En este concepto incluimos el dialogo literario entre lusos hispanófilos e hispanos lusófilos, la herencia del Derecho Romano, el catolicismo y el mestizaje.

peninsula invertida.png

La tercera identidad es de tipo geopolítico y global: el “Paniberismo e Iberofonía”.   Es el «planteamiento geopolítico y cooperativo que propone la asociación de los países de lenguas ibéricas del mundo, sin exclusiones geográficas», según ISDIBER.  Este concepto es producto de un desarrollo lógico y completo del espacio iberófono iberoamericano, así como de su alianza con el espacio panlusitano. No obstante, en términos estrictos, es una propuesta nueva y completa, dado que se presenta, sin barniz eurocentrista, al defender una asociación voluntaria sin excepciones geográficas. Sus creadores, y promotores en medios diplomáticos, lo consideran un «correlato político» del iberismo político pero no un desarrollo del mismo.

Diferentes personalidades históricas iberistas promovieron una de estas identidades, dos de ellas o las tres, como es el caso de Juan Valera (1824-1905). A la postre fue político, escritor y diplomático. Con experiencia en Lisboa y Rio de Janeiro, incorpora a su iberismo peninsular el valor de Lusofonía, difundiendo la literatura brasileña en España e incluyendo reflexiones optimistas antropológicas sobre el mestizaje iberoamericano y sobre los orígenes del pueblo ibérico. Se le puede considerar como un pionero del iberoamericanismo.

juan valera monumentoMonumento a Juan Valera (Paseo de Recoletos; Madrid), primer iberista iberoamericanista, como así transluce en su exitosa novela»Genio y Figura» (1897), sus cartas y artículos. En el Paseo de la Castellana existe un monumento al iberista Emilio Castelar.

Fernando Pessoa (1888-1935) usa en su texto «El Problema Ibérico» el término «Ibericidade» para referirse a una conciencia no desarrollada; una comunidad espiritual a potenciar como una tendencia ibérica. Nace de la «peninsularidad» (Gabriel Magalhães, «Secretos de Portugal. Peninsularidad e iberismo»; 2012) como hecho objetivo que siempre ha operado aunque sea secreta o anónimamente entre ambos territorios. La poeta y escritora Natalia Correia, autora de “Somos todos hispanos” (1988) y “A Ibericidade na Dramaturgia Portuguesa” (2000), apuntala el concepto de la Ibericidad/Iberidad (comunidade cultural ibero-afro-americana), que vendría a ser un iberismo en el plano cultural y antropológico. José Saramago en “O (meu) iberismo” (1988) lo llama “trans-ibericidade”. A iberidade cultural, não confundi-la com o iberismo político” afirma el profesor Vamireh Chacon (2010) que promueve ambos conceptos, pero los separa porque operan en ámbitos diferentes. Son diferentes, pero tienen tales vasos comunicantes que el antropólogo Ángel B. Espina Barrio (2011) se ve obligado a matizar en un congreso científico que sus estudios iberotropicalistas no aspiran a ser “un macronacionalismo, sino una comunidad inserta y relacionada con otras muchas; una señalada, aunque no única, expresión de las mediaciones, mestizajes y las adaptaciones socio-culturales posibles del ser humano”. Estas investigaciones sobre una identidad antropológica ibérica están basadas en la teoría iberotropicalista del brasileño Gilberto Freyre (1900-1987), miembro destacado del Instituto de Cooperación Iberoamericana (1981). Este hecho evidencia la conexión entre el reconocimiento de la existencia de un espacio antropológico y cultural común, además del lingüístico, y la articulación panibérica de los países de raíz ibérica.

Alberto Calvo, en un comentario al libro de Freyre, «O Brasileiro entre os outros Hispanos», en la revista Política de Caracas, afirma que: «La hispanotropicologia-entendida como ibertropicología- de Gilberto Freyre es no sólo una exposición de conclusiones de un penetrante investigador sobre la consistencia espiritual de um país hispánico como principalmente uma definición filosófica de los fundamentos pragmáticos de uma nueva política exterior do Brasil que haga de ese país el líder de uma articulación de naciones o pseudo-naciones de formación hispánica, en general, lusitanas en particular, situadas en áreas tropicales, preparándolas para se constituyan en comunidad o federación de nuevo tipo».

libros iberistasAlgunos títulos de la bibliografía

MOVIMIENTO IBERISTA. Del exilio liberal al exilio republicano.

El iberismo político es una tradición política hispano-lusa, cuyo movimiento pan-nacionalista tiene más de dos siglos de existencia. Es un movimiento que nace en el exilio y termina en el exilio. La visión peninsular desde el extranjero, fuera de las dinámicas nacionales internas, siempre potenció al iberismo y a cualquier visión pan-nacionalista, dado que los prejuicios nacionales se neutralizan. El pensamiento político del Movimiento Iberista tiene un desarrollo teórico-práctico lógico, coherente y propio. Se nutre primero del liberalismo y posteriormente del federalismo en un continuo histórico. Consideramos un “hecho político iberista” aquel que contiene un nexo horizontal, entre España y Portugal, y un nexo vertical con el movimiento histórico, siempre que no atente contra el principio democrático de voluntariedad de las partes en la unión.

Durante el siglo XIX, los entonces jóvenes nacionalismos portugués y español eran incompatibles entre sí, pero “separadamente eran compatibles con el nacionalismo ibérico”, como afirma el mayor investigador sobre iberismo el profesor José Antonio Rocamora. Nace en el lado español como oposición liberal y modernizadora al absolutismo, y en el lado portugués, como movimiento para compensar la pérdida de Brasil y recuperar la pérdida de relevancia internacional. Ambos movimientos forman parte de las revoluciones liberales y nacionalistas, que reivindican la soberanía en manos de la Nación frente al Antiguo Régimen y que, en países como Alemania e Italia, representaban un movimiento unificador para viabilizar países de mediano porte dada la división de pequeños Estados existente.

mendizabalEstatua de Mendizabal, insigne iberista, en la antigua Plaza del Progreso, actual plaza Tirso de Molina. Estatua demolida por el franquismo.

Dado que en aquella época solía haber monarcas lusos liberales, los liberales españoles buscaban la unificación liberal y constitucional de la Península a través de la coronación de un rey portugués. Idea que contaba con las simpatías de algunos de sus pares lusos.

La huida a Brasil de la Corte (1807) de João VI, ante la invasión napoleónica, fue un hecho histórico que condicionó esta coyuntura. El rey portugués se llevó a todo el aparato administrativo, gran parte de la nobleza y la biblioteca nacional. Brasil adquirió el estatus de Reino, soberano de facto, que le permitió mantener su unidad territorial, frente a la división hispanoamericana.

La infanta española Carlota Joaquina, reina consorte de Portugal (1816-1826), conspiró contra su marido y su hermano toda su vida para reeditar una Unión Ibérica absolutista bajo su mando. Esta iniciativa es previa al movimiento iberista y atiende a una megalomanía antiliberal y, por tanto, no se puede considerar como precedente del iberismo. Por su posición privilegiada en la Corte portuguesa y su candidatura frustrada de convertirse en Regente de España en las Cortes gaditanas, con el apoyo de una minoría de incautos liberales, tiene su relevancia histórica.

lapepaLa Pepa, Constitución promulgada en 1812. En la lucha liberal por su restablecimiento, nace el iberismo español.

Con la vuelta de Fernando VII se restauró el absolutismo (1814-1820). En 1820, la revolución liberal y el pronunciamiento militar de Rafael de Riego obligó a Fernando VII a la jura de la Constitución de 1812. Las oleadas revolucionarias siempre tenían sus repercusiones y réplicas exteriores, sin embargo, no eran simultáneas. Una de las excepciones históricas ocurrió en 1820. La revolución liberal en Portugal, que recibió un cierto auxilio español, se produjo meses después de la española y tenía un doble objetivo: acabar con la ocupación militar británica, que había liberado Portugal de la ocupación napoleónica, y la vuelta del rey absolutista a João VI a Portugal para obligarle a jurar una nueva constitución y restablecer la Corte en Lisboa. La vuelta se produjo en 1821 y la nueva constitución, y su jura, se hizo semanas después de la independencia de Brasil (1822). La independencia de Brasil es el resultado de las tensiones centrífugas entre la nueva metrópoli luso-brasileña y una vieja metrópoli Portugal, sin Corte ni rey en suelo peninsular, ocupada por Inglaterra y amenazada con convertirse en una plaza europea del Imperio de Brasil.

DomJoãoVIemPortugal

El paralelismo hispano-luso es claro entre las juras de los monarcas absolutistas de las constituciones liberales. El rey portugués acata la suya dos años después de Fernando VII y un año antes de que el español se desdijera. En este contexto de la pérdida de Brasil y las revoluciones liberales, en Londres ya circulaban ideas sobre la unión peninsular en los periódicos «El Constitucional Español» y “O Campeão Portuguêz”.

Durante el Trienio Liberal el rey absolutista conspiró hasta conseguir la intervención francesa, bendecida por la Santa Alianza, llamada “Los Cien Mil Hijos de San Luis” (1823) para restablecer su régimen. Fueron pocos meses de coexistencia peninsular de dos regímenes liberales.

La génesis del iberismo español nace de la corriente de liberales revolucionarios, los seguidores más jóvenes de Rafael de Riego, llamados veinteañistas, que deseaban completar la revolución democrático-liberal en España. En 1823 este grupo parte para el exilio cuya primera parada será Gibraltar y posteriormente Londres.

londresA partir de 1823, el exilio español se instala en el barrio Somers Town (izquierda). A la derecha está el pub «Old London Tavern», donde liberales de diferentes países se reunían.

Será en Gibraltar donde nace el iberismo con el primer hecho político iberista documentado (Archivo Histórico de Itamaraty; documento transcrito en el anexo), al producirse el primer ofrecimiento del trono español a un rey luso. Idea de Díaz Morales y redactada por Juan Rumi, fue sometida a votación en el grupo del exilio liberal en Gibraltar. Con la idea de constituir una Iberia pluricontinental y liberal, los primeros iberistas enviaron una carta el 24 de agosto de 1826 al Emperador de Brasil, Pedro I de Brasil y IV de Portugal, que meses antes había heredado el trono portugués pero inmediatamente había abdicado en su hija María II (“As Quatro Coroas de Dom Pedro I”; 1940). Según Andrés Borrego (“Historia de una idea”; publicado en 1869) la carta fue enviada personalmente por un “sujeto de confianza” pero no capacitado para negociar o responder a las preguntas que finalmente le fueron realizadas por el Ministro de Negocios Extranjeros del Emperador. La recepción oficial indicaba interés en las «libertades españolas» pero también evidenciaba el error de no llevar a un negociador político, puesto que Pedro I no se iba a comprometer a responder por escrito. No obstante, era simplemente una declaración de intenciones, o como ellos la llamaron «una memoria expositiva del pensamiento», dado que ya no estaban en el poder. Este ofrecimiento se produce tras la muerte de su padre el rey de Portugal João VI, quedando la sucesión del trono de la Portugal continental en disputa. En Brasil, Don Pedro deberá enfrentar diferentes intentos de secesión, haciéndose imposible la gestión simultánea de ambos conflictos. Pedro I volvió a Portugal, en 1832, para enfrentar una guerra contra el absolutismo de su hermano Miguel. Pedro I recibió ayuda financiera del iberista Juan Álvarez Mendizábal. El prestigioso Duque de Saldanha intentó convencerle con estas cartas (anexo 2) e incluso casi se enrola en la expedición de Torrijos.

palacio do itamaratyPalacio do Itamaraty (Rio de Janeiro), lugar donde se encuentra la carta iberista reproducida en el anexo

El político liberal y afrancesado José Marchena, contemporáneo de revolución francesa, fue el primero en proponer una unión peninsular liberal, pero no es quien inicia el movimiento. Los primeros intentos de organizar a liberales españoles y portugueses en contra el absolutismo hasta la muerte en 1833 de Fernando VII se cuentan en el libro “Historia de una Idea” (1869) de Andrés Borrego, algunas de ellas en primera persona, donde aparecen iberistas de la época: João Carlos De Saldanha Oliveira, Álvarez Mendizábal (bróker español en Londres de la Hacienda lusobrasileña, conspirador iberista y posterior desamortizador), Mouzinho da Silveira, Almeida Garrett, Álvaro Flórez Estrada, Espoz y Mina y el mártir José María de Torrijos, ejecutado en 1831. Esta es la primera “hornada” de iberistas: liberales y monárquicos.

Fusilamie)2«Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en Málaga», por el pintor Antonio Gisbert

Durante el periodo histórico del (1833-1868) la reina consorte y regente María Cristina, y su hija Isabel II, se vieron obligadas a realizar concesiones a los liberales para mantenerse en el poder frente a los carlistas. En los años treinta varias personalidades del Movimiento Iberista, agrupadas en torno al liberalismo progresista, participan en sus gobiernos lo que los hizo renunciar a sus objetivos iberistas dada “la manga ancha” que tenían en esta situación y por desgastar sus esfuerzos en las guerras carlistas.

Cuatrocientos iberistas portugueses y españoles se reunían en el parisino Club Democrático Ibérico, debatían estrategias, e incluso, organizaron una manifestación iberista en plena revolución francesa de 1848. En este momento los federalistas asumirían el iberismo y contribuirían prolíficamente al pensamiento iberista.

Florez_Estrada_billete_anversoFlórez Estrada, iberista y economista renombrado

Fruto de la reflexión en Macao y de las conversaciones con un obispo portugués, el diplomático lusófilo Sinibaldo de Más publica en Lisboa una propuesta de unificación nacional a través de un mercado único: “La Iberia: memoria sobre la conveniencia de la unión pacífica y legal de Portugal y España” (1851). Sinibaldo intenta convencer a los portugueses que la mayoría de políticos españoles no proceden de su “temida” Castilla, sino de varios puntos de la península, con especial relevancia de Andalucía. En el mismo año también Henriques Nogueira, padre ideológico del republicanismo portugués, publicó Estudos sobre a reforma em Portugal”, ya en clave de iberismo federal. Joaquim Maria da Silva, en 1854, publicó en Oporto una obra titulada «Federação ibérica, ou ideias gerais sobre o que convém ao futuro da península».

En estas décadas, se crean pequeños grupos (“ligas”) iberistas en Madrid, Málaga y Galicia de corta duración. “Iberia” se pone de moda y muchas cafeterías toman ese nombre. El Ateneo de Madrid aborda el tema en diferentes conferencias con el apoyo de Arturo de Marcoartú. Nace el periódico liberal e iberista, “La Iberia” (1854-1898), fundado por Pedro Calvo Asensio. Entre enero y septiembre de 1868 recibió el nombre de “La Nueva Iberia”.

tajueco-en-la-iberia-1854

En 1854 se publicó en Oporto el anónimo libro “Federacão Ibérica”, que contenía el interesante «Proyecto de bases para la constitución federal de los Estados Unidos de Iberia” con capital en Lisboa. Karl Marx escribe, el 1 de septiembre de 1854, un artículo para el periódico londinense New York Daily Tribune con el título: “La Constitución de la República Federal Ibérica”, en plena Vicalvarada progresista. Marx reproduce un esbozo anónimo de constitución repartido en Madrid donde establece un régimen basado en el sufragio universal y en el armamento del pueblo.

La fusión ibérica” (1861) de Pío Gullón plantea una anexión española de Portugal. Es la excepción hegemonista española dentro de la norma iberista de respeto a la soberanía portuguesa. Dicho libro fue duramente criticado por Juan Valera en “España y Portugal”, artículo publicado en la Revista Ibérica en el mismo año. Valera mantiene correspondencia con Latino Coelho, un iberista portugués que escribe prólogos para Sixto Cámara (“A União Ibérica”; 1859) y para el citado libro de Sinibaldo De Más.

Los iberistas ejercitaban toda clase de “matemáticas monárquicas” a lo hora de escudriñar que combinación de matrimonio o herencias dinásticas podrían hacer parir una Iberia. Pedro IV, Isabel II (de Portugal), Pedro V, Luis I o Fernando II, son posibles candidatos liberales a substituir a una dinastía de Borbones cada vez más odiada. No obstante, muchos progresistas se iban pasando al bando de los republicanos y aumentaba la agitación en las calles. La partida estaba abierta.

Según el profesor de Historia José Antonio Rocamora: “un hipotético movimiento unificador encabezado por Portugal confrontado con el Estado español en los últimos años del reinado de Isabel II habría tenido claras opciones de éxito, al menos en el corto plazo”. “En 1866 circuló el rumor en la prensa internacional de que un levantamiento progresista ese año tuvo como lema precisamente la unión ibérica”. El azoriano Antero de Quental escribe «Portugal Perante a Revolução de Espanha. Conside­rações sobre o Futuro da Política Portuguesa no Ponto de Vista da Democracia Ibérica (Lisboa, Tipografia Portuguesa, 1868).

La juerguista Isabel II es destronada en 1868 por la revolución La Gloriosa y comienza el Sexenio revolucionario. Un año después, en enero de 1869, el embajador de España en Portugal, y miembro de la generación del 98, Ángel Fernández de los Ríos (“Mi Misión en Portugal”; 1878) encabeza las negociaciones con Fernando II (1816-1885), antiguo rey portugués “consorte” de la reina “lusocarioca” María II y padre del entonces rey Luis I, para unificar ambas coronas. Era el enésimo ofrecimiento liberal de la corona española, pero el primero oficioso, desde el poder y en nombre del Estado y el pueblo español. Las negociaciones avanzan, con un fuerte impulso de Prim y Olózaga. Tratan de limar la oposición de Francia y resistir a la inglesa. Las negociaciones “tocan hueso” cuando Fernando II pone de condición que nunca las coronas de los dos estados recayesen en una persona. Y precisamente esa era la idea española, que, a su muerte, el trono fuera heredado a su hijo Luis I, entonces rey de Portugal. Querían fichar a la Casa de Braganza entera para que no volviese más la borbónica.

El 14 de agosto de 1870, el presidente del consejo de ministros de Portugal, el Duque de Saldanha, veterano iberista que acaba de llegar al gobierno por un golpe, intenta convencer a los Braganza entregándoles una vieja carta de Dom Pedro IV donde exponía su simpatía por la unificación ibérica bajo un Braganza. Saldanha daba cuenta de este encuentro por carta a Fernández de los Ríos, según se recoge en el libro «Portugal e os Seus Detratores» (Luís Augusto Palmeirim,1877) y se reproduce a continuación:

dom pedro saldanha

Finalmente, se trunca dicha oportunidad. Una oportunidad histórica donde tanto el presidente portugués, Saldanha, como el español, Prim, eran iberistas de marcado carácter, capaces de modificar la historia. Incluso era más iberista el portugués que el español. No obstante, no consiguieron convencer al rey portugués. Y la república ibérica no era una opción para Saldanha, tampoco para Prim que lo veía como una solución lejana. Fernando II estaba muy a gusto con su vida contemplativa en su bucólico Palacio da Pena en Sintra. El turno pasó y el parlamento español hizo rey al príncipe italiano Amadeo de Saboya, que no conseguirá estabilizar el caos español de la tercera guerra carlista, el asesinato de Prim y el conflicto independentista en Cuba. Ahora será el turno de la I República española (1873-1874), cuyos principales dirigentes eran iberistas, de la “segunda hornada” de matriz federal, tales como Pi i Margall, Salmerón o Castelar.

convento de pena fernando IIBucólico Palácio da Pena de Fernando II de Portugal

En Portugal, si hasta entonces, una de las razones del iberismo había sido la pérdida de Brasil y la recuperación del liderazgo perdido, la política de la década de 1870 de convertir las ocupaciones africanas en ocupaciones efectivas del territorio interior de Angola y Mozambique, neutralizó al iberismo. La Crisis del Ultimátum (1890) donde el Imperio inglés puso límites al Imperio portugués, supuso una crisis en la alianza histórica anglolusa, lo que favorecía objetivamente al iberismo. Posteriormente el énfasis de la política lusa en construir un nuevo Brasil en África minó las posibilidades del iberismo.

pi i margallPanteón de Pi i Margall en el Cementerio Civil de Madrid, donde también yacen Castelar y Salmerón.
mausoleo-conjunto.jpgMausoleo conjunto del Panteón de los Ilustres de Madrid, donde están los restos de los iberistas Mendizabal y Olózaga

En España se seguirán publicándose libros en clave federal y con especial enjundia: “Las nacionalidades” (1877) de Pi i Margall, “Estados Unidos de Iberia” (1881) de Fernando Garrido y “Féderation Ibérique” (1893) de Magalhães Lima, donde describe un reciente encuentro iberista en Badajoz, de carácter republicano y federal. Dicho cónclave fue presidido por el propio Lima junto con Nicolás Salmerón y asistieron abundantes representantes políticos y de la sociedad civil de ambos países. Uno de los cuatrocientos iberistas que justificaron su ausencia, manifestando su adhesión por telegrama, fue Teófilo Braga. Este político y escritor portugués escribió uno de los dos prólogos del libro “Iberisme” (1907) de Ignasi Ribera i Rovira, escrito en catalán. El otro prólogo lo firmó Joaquim Casas-Carbó (“El problema peninsular”; 1933), referente del iberismo catalanista junto con Joan Maragall (“l’Himne Ibèric”; 1906) y Prat de la Riba (“La nacionalitat catalana”; 1906). Todos ellos, junto con las gallegas Irmandades da Fala de Castelao (Congreso de Lugo; 1918), Fernando Pessoa y Salvador Madariaga, consideraban que la alianza de Cataluña con Portugal podría hacer posible una Iberia “triuna” equilibrada sobre tres ejes: el portugués, el castellano y el catalán, haciendo énfasis en el primero y el tercero.

teatro de ayala.pngTeatro López de Ayala (Badajoz) donde el 24 de junio de 1893 por la tarde se realizó un mitin en el marco del congreso de portugueses y españoles republicanos, federales e iberistas, con los rescoldos de la Crisis del Ultimatum.

El nacionalismo catalán de los años treinta mantendrá en sus discursos públicos el marco ibérico de relación entre pueblos peninsulares. El anarquismo, heredero del republicanismo federal y de sus bases en Andalucía y Cataluña, unifica con éxito sus organizaciones peninsulares en la FAI (1927). Incluso se crearon pequeños partidos iberistas como el Partido Social Ibérico en Sevilla y el Partido Federal Ibérico en Cataluña. El POUM en 1931, fruto de las contribuciones comunistas heterodoxas de Joaquín Maurín, defiende la “Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas”, idea defendida por el dramaturgo Alfonso Sastre en la actualidad. En 1936 sus juventudes adoptan el nombre Juventud Comunista Ibérica.

En la década de los años veinte, Blas Infante, heredero del federalismo y promotor del nacionalismo andaluz, substituye “España” por “Iberia” en su lema, escudo e himno: “ANDALUCÍA POR SÍ, PARA IBERIA Y LA HUMANIDAD”, que posteriormente quedará como escudo interno de la Junta Liberalista.

andalucia.png

En el libro “Alianza Peninsular” (1925) del monárquico portugués Antonio Sardinha, exiliado en España, citándose a sí mismo en un artículo publicado en 1917, afirma que existía una conspiración, siete años después de la proclamación de la República portuguesa para que su bandera, con orígenes en el iberismo portugués, fuera reconocida por los republicanos españoles una vez que triunfasen:

“Tal es la genealogía de de la famosa ‘armonía ibérica’, que en el fondo no es más que la República federal de Iberia, anunciada para después de la insurrección -la huelga revolucionaria-, ahora malograda en España, por el doctor don Luis Simarro en la logia masónica celebrada en París el 2 de julio pasado -1917-. Se prometió en ella que, al triunfar los revoltosos, la bandera verde y roja sería inmediatamente reconocida como bandera de Iberia. No se trata sino de una ejecución testamentaria de Gomes Freire. Ya la procuraron dar efectividad los hombres de 1820″.  (…) “Vencedora en España la República, arbolaría la bandera verde y roja de la República portuguesa, cuyos siniestros colores significa la utopía subversiva de la unificación ibérica

En el blog Causa Real se afirma en un post: “Ibéria -as cores da bandeira republicana” lo siguiente, ilustrándolo con la siguiente imagen:

peninsula banderal

Alguns o dizem e por vezes parece uma lenda de tão incredulo que possa ser, é uma história muito mal contada que está nas fundações do Grande Oriente Lusitano no séc.XIX e na fundação do pensamento republicano no mesmo século. A falta de patriotismo está no DNA dos republicanos, são eles responsáveis pela mentalidade desligada de um povo que no passado foi forte e audaz. Afinal as cores verde que simboliza Portugal e vermelho que simboliza Espanha não são uma invenção, tenho lido um livro de um ilustre Aveirense de seu nome Homem Christo onde na página 129 diz o seguinte :
“(..) apareceu no palco acompanhado por uma criança vestida de verde e escarlate, com uma bandeira vermelha na mão direita e um numero do Rebate na mão direita.
Eram essas as cores da bandeira federal, isto é, da bandeira ibérica. Este pormenor é curioso e explica a preferencia dada pela Republica de 5 de Outubro às cores verde e escarlate sobre as cores azul e branco. Como toda a gente sabe foi Teofilo Braga ( primeiro presidente da republica ) o mais renhido defensor, depois do 5 de Outubro, da cor verde e escarlate. Ora Teofilo Braga foi sempre federal. Isto é, sempre partidario da incorporação de Portugal e Espanha ou – que outro nome não tem empregasse ele os sofismas que lhe aprouvesse – da perda da indepêndencia nacional.”
Monarquicos e Republicanos, Homem Christo. Publicado em 1928
El profesor de la Universidad de Lisboa, Ernesto Castro Leal, afirma en 2008 en el libro “Partidos e programas: o campo partidário republicano português: 1910-1926”, que los colores rojo y verde eran los colores del federalismo ibérico:
cita centro democratico

Miembro de la generación del 14, el escritor Manuel Azaña fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1926 por su biografía “Vida de Don Juan Valera”. Gracias a la ayuda de la hija de Valera, pudo realizar una investigación a fondo de la obra de uno de los más insignes iberistas. En 1925, aprovechando la estancia de su amigo Cipriano Rivas en Portugal, Azaña le pide que busque a los herederos de los iberistas Oliveira Martins y Latino Coelho para comprobar si tienen cartas de Valera.

El fervor iberista de Manuel Azaña, probablemente devenido de su admiración y estudio de Juan Valera, hizo que, siendo presidente de la República Española, diera protección al exilio iberista portugués (“Grupo dos Budas”) y mantuviera conversaciones con su representante Jaime Cortesão, cuyo hermano, Armando, participará de la última contribución teórica del Movimiento Iberista: la “Comunidad Ibérica de Naciones” (1945), cuyos otros autores son Manuel de Irujo, Luis Araquistáin y Carles Pi i Sunyer. Un portugués, un vasco, un cántabro y un catalán, todos con experiencia institucional, intentan de articular una propuesta de confederación de nacionalidades ibéricas desde el exilio en Londres.

grupo dos budasGrupo dos Budas, el exilio portugués en el Madrid republicano

Manuel Irujo propone, en el marco del citado debate de la «Comunidad Ibérica de Naciones», un régimen constitucional algo contradictorio que se mueve desde el federalismo al confederalismo, no obstante, reconoce la necesidad de un Gobierno central ibérico. Se debaten capitales de la Comunidad: Lisboa siempre está en la mesa, pero también Bilbao, Sevilla, Barcelona y Madrid. Se baraja de tener una proyección ulterior hacia Iberoamérica. Jaime Cortesão hace “un esbozo de proyecto de un Consejo Supremo Ibérico (CSI)” donde establece reglas de votos y cuotas de representación de las nacionalidades ibéricas (“tres portugueses, tres castellanos, dos catalanes, un vasco y un gallego”). Menciona que funcionaria un Tribunal Supremo Ibérico que interpretaría la “ley constitucional del CSI”. “El castellano y el portugués serían los idiomas oficiales”.  “El Consejo nombraría un secretario general y dos secretarios generales, debiendo los tres ser siempre de nacionalidades diferentes”. Su mandato seria de 8 años. “Este Consejo (Supremo Ibérico) tendría como objetivo final en vista: el establecimiento de una Comunidad Ibérica”. El proyecto que propone el portugués implicaría que España debería de dejar de ser el marco de unión, para serlo la “comunidad ibérica”, y por otro lado, su representación se haría a través de Castilla, Cataluña, País Vasco y Galicia. La fórmula de convivencia peninsular tendría una unión y unas partes. España volvería a ser la «Hispania» geopolítica, llamada Comunidad Ibérica, y la nacionalidad castellana asumiría un papel equivalente a Cataluña, País Vasco y Galicia. Hubo, entre el público asistente, quien reclamó la presencia de Andalucia. Ese repliegue de España a Castilla, es compartido por todos excepto por Araquistaín, socialista, que vetó la presencia del PCE en el debate y defendía una República Dual (España-Portugal). Araquistain sentenció, aunque sin detallar como evitar duplicidades, “no veo oposición entre ‘Estados Unidos Ibéricos’ y ‘República Dual’. España puede organizarse en unos Estados Unidos. Personalmente yo me inclino también a los Estados Unidos Ibéricos. Si propongo una República Dual es como una mayor concesión a los temores de los portugueses”. Lo que venía a decir es que los portugueses no iban a aceptar que se les rebajara a una nacionalidad peninsular más. Finalmente Araquistain pide reconducir el debate a partir de la reforma de la Constitución española de 1931, cuestión que provoca el fin de los encuentros por disentimiento.

comunidad ibérica.jpgLibro donde recoge cartas e intervenciones del debate

Este debate despertó el interés de sociedades de estudios portugueses en Brasil y Estados Unidos. Acción Republicana Española y la Junta de Cultura de Euzko-Etxea de Londres organizaron conferencias pro Comunidad de Naciones Ibéricas. En esa misma época el expresidente de la República Portuguesa José Domingues Dos Santos, también del Grupo de los Budas, funda una revista titulada Iberia, que publica en varias lenguas ibéricas.

Dicho debate tuvo su “repercusión en el Reino Unido, Francia y Portugal, entre publicistas y gobernantes europeos, y en Argentina, Brasil, Chile, Venezuela, México y Estados Unidos en colectividades diversas y entre hombres de Estado” según afirma la editorial Ekin de Buenos Aires al justificar la edición del libro.

El último hecho político iberista significativo es la Operación Dulcinea en 1961, organizado por la organización armada “El Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación” (DRIL), cuyos integrantes eran ex militares portugueses y gallegos antifascistas.

santaliberdade.jpg

El secuestro del buque portugués de pasajeros, Santa Maria, rebautizado como Santa Liberdade, quería provocar la revuelta del ejército portugués en las colonias. Tesis que se verificó como correcta 13 años después con la Revolución de los Claveles. Sobre la marcha la operación cambió su objetivo, puesto que inicialmente querían tomar la Isla Fernando Poo, por entonces Guinea española. Frente al Pacto ibérico (1942), aliancista, y por tanto, no iberista, entre dos gobiernos no democráticos, se quiso hacer una llamada de atención a la opinión pública mundial, que finalmente consiguió, gracias a la neutralidad de Kennedy y la salida ofrecida por el nuevo presidente de Brasil Jânio Quadros. EL DRIL abogaba por la federación de pueblos ibéricos, desde un patriotismo ibérico revolucionario, según sus documentos. Pepe Velo, autor intelectual de la Operación Santa Liberdade, diferenciaba entre España y Hespaña, desde una óptica galleguista e iberista. La primera la asimilaba a la España castellana uniforme y la segunda, Hespaña, a la plurinacional, a una Iberia sin fronteras.

En abril de 1976, la Liga Iberista Portuguesa, grupo de corta existencia, lanza un manifiesto donde compatibiliza europeísmo e iberismo como sinónimo de prosperidad económica tras el desastre de las guerras coloniales. Reconocen que en su seno hay partidarios de la formación de un «Estado Político Ibérico» y de uniones graduales de tipo económico. Ambas propuestas bajo la premisa de no diluir la nación portuguesa. Este iberismo portugués tuvo una conexión catalana que se denominó lusocatalanismo, al calor de la Revolución de los Claveles y el impulso de lusófilos y anarquistas catalanes.

La política republicana Victoria Kent fundó junto a Salvador de Madariaga la revista «Iberia para la Libertad» en Estados Unidos, que cerró en 1974. En 1976 en una visita a Portugal se declaró partidaria de una Confederación Ibérica.

A lo largo del siglo XIX e XX hubo ilustres iberistas como presidentes del gobierno y ministros, tanto en Portugal como en España, pero carecieron de la necesaria sincronía política entre ambos países para poder llevarlo a cabo, dado que el iberismo requería de la voluntad democrática de las partes.

escudos.pngEscudo oficial de la absolutista Unión Ibérica, izquierda. Derecha, escudo propuesto por Sinibaldo de Más para Iberia.

IBERIDAD ANTROPOLÓGICA-CULTURAL. De la decadencia a la herencia del colonialismo.

El interés de algunos escritores españoles por la literatura portuguesa es inaugurado por el misionero jesuita español José de Anchieta (1534-1597) y el poeta y dramaturgo Lope de Vega, contemporáneo de la Unión Ibérica (1580-1640).

En el último tercio del siglo XIX y, al calor de las crisis coloniales de Portugal y España, se generó el terreno propicio para la sincronización de los relojes culturales, produciéndose el mayor intercambio de ideas en la historia de ambos países, numerosas revistas literarias y periódicos ibéricos así lo atestiguan. Quienes trabajaban por una iberidad cultural, por unas relaciones culturales fluidas, no necesariamente defendían una unidad política de España y Portugal. Eso sí, se mostraban en contra del aislacionismo y el desdén mutuo. Intentaban superar el desencuentro de la “arrogancia española y la suspicacia portuguesa” que tan bien definió Unamuno.

unamuno

La Geração del 70 y otros portugueses contemporáneos forman parte de este movimiento académico en pro de la Iberidad, cuyos integrantes destacan Eça de Queiroz, José Felix Henriques Nogueira, Casal Ribeiro y Antero de Quental. Este último en su conferencia en el Casino de Lisboa “Causas da Decadência dos Povos Peninsulares” (1871) marcará un punto de inflexión para el iberismo cultural. Del lado español, encontramos a Leopoldo Alas Clarín, Marcelino Menéndez Pelayo, Valle Inclán, Emilia Pardo Bazán y Manuel Curros Enríquez. Oliveira Martins publica “História da Civilização Ibérica” (1879) que causa gran impacto a la Generación del 98 y al Regeneracionismo (Ganivet, Joaquín Costa, Unamuno y Menéndez Pelayo).

casino lisboenseCasino de Lisboa donde Antero de Quental marcó una época en pro de la Iberidad

La generación del 14 (Ortega y Gasset, Américo Castro, Giner de los Ríos o Manuel Azaña), el novecentista Eugeni d’Ors, los lusófilos Ramón Gomez de la Serna, Carmen de Burgos y Ángel Crespo, así como del lado portugués, Fidelino de Figueiredo o saudosista Teixeira de Pascoaes, continuaron con ese dialogo cultural ibérico.

En los años veinte el antropólogo brasileño Gilberto Freyre estudia en profundidad la historiografía portuguesa y a la generación del 98 (Ganivet, Pío Baroja y Unamuno) y lee a Ortega y Gasset. Asume el hecho mestizo de la civilización ibérica, idea también presente en Fernando Pessoa (1888-1935), asimismo mantiene un dialogo con su contemporáneo y amigo Julián Marías. Fruto de esta investigación junto a sus estudios norteamericanos de antropología cultural, Gilberto Freyre lanzó su teoría de interpretación de Brasil (“Casa Grande & Senzala”; 1933), y de los pueblos iberoamericanos, llamada lusotropicalismo, hispanotropicalismo o iberotropicalismo (“O Brasileiro entre outros hispanos”; 1975). Gilberto Freyre caracteriza al pueblo ibérico como un pueblo mestizo tendente a mestizarse, adaptarse a los trópicos, mantener valores comunitarios, entre ellos: su propia concepción del tiempo y un “anarquismo constructivo”. Esta teoría es muy actual no sólo para justificar un espacio panibérico común sobre la base de una identidad antrópológica común, sino para comprobar la velocidad con la que la reciente inmigración iberoamericana en España ha establecido lazos matrimoniales con la población española. José Vasconcelos en su libro «La Raza Cósmica» (1925) también reivindicó la mezcla racial frente a las tesis eugenistas en boga en aquella época. El antropólogo cubano Fernando Ortiz (1881-1969) llegó a conclusiones parecidas a Freyre, asimilando el concepto de «plasticidad» al de “transculturalización”. Esta teoría encaja como un guante en las sociedades plenamente mestizas, como son las iberoamericanas. No es así en los países iberoafricanos, que no fueron grandes receptores de emigración, salvo las de sus propias antiguas metrópolis. Su mestizaje es limitado. Iberoamérica, por su carácter mestizo y su población afrodescendiente, juega un importante papel de enlace con la África iberoparlante. La interpretación correcta del iberotropicalismo no es la que solamente se queda en la belleza del mestizaje, sino la que da también un carácter civilizatorio a las tres grandes culturas de la iberidad: la ibérica, la amerindia, la africana. Es decir, no sólo la europea civiliza. Es fundamental esta perspectiva no eurocéntrica para que esta teoría tenga éxito en otros puntos de la Iberofonía, que están llamados a liderar dicha comunidad afroiberoamericana como definió Natália Correia, también influida por las ideas lusotropicalistas de Gilberto Freyre. Freyre llegó a estar familiarizado con los conceptos como «panibérico» o «paniberismo» (Entrevista a Gilberto Freire; México, 1975).

España ha aumentado las relaciones comerciales y empresariales con Angola, a quien compra petróleo, así como con Mozambique que es un país preferente para la cooperación al desarrollo. No obstante, todavía no se visualiza esa alianza en la opinión pública ni publicada. Quienes siguen de cerca las actividades de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (1996), advierten que, junto a la reivindicación de los valores estéticos y comunitarios africanos, existe la necesidad de hacer posible y de proyectar a África como tierra de oportunidades. Se constata que está poco madura la transición del iberoamericanismo cultural al paniberismo cultural.

Las nuevas generaciones de políticos y diplomáticos de las antiguas colonias africanas abordan la herencia lingüística y cultural colonial, sin perjuicio de la potenciación de las identidades nativas, como un hecho objetivo que, aunque tenga un origen desgraciado, tiene hoy una vertiente positiva a la hora de trazar estrategias y alianzas soberanas en un mundo globalizado. El impacto de las redes sociales en la globalización comunicativa y la movilidad de personas y capital en el espacio iberohablante, refuerzan los intercambios y los lazos comunes.

libros iberidadParte de la bibliografía usada para estudiar la Iberidad

En el espacio de países de raíz hispanolusa, también compartimos dos elementos fuertemente “latinos”: el derecho romano y el catolicismo. El derecho romano será desarrollado conforme a las tradiciones jurídicas de las metrópolis hasta la independencia. A pesar del proceso de secularización y la entrada de religiones evangélicas en Iberoamérica, las bases culturales creadas por la evangelización católica a través de órdenes religiosas como los jesuitas o los franciscanos, entre otros, constituyen otro denominador común del espacio iberoparlante. Existen múltiples asociaciones y bufetes de abogados que actúan en el marco iberoamericano. Una de las contribuciones constitucionales del emperador de Brasil Pedro I (IV de Portugal) fue el papel de «poder moderador» adjudicado al rey para atemperar y conciliar a las partes. Un precepto que está en la actual constitución portuguesa, asignando esa función al presidente de la república, así como en la actual constitución española, como papel del rey. Por tanto, el poder moderador es una auténtica contribución jurídica panibérica por un emperador constitucionalista hijo de una española y un portugués y que en algún momento sopesó asumir un reinado para toda la Iberidad (reinos de España, Portugal y Brasil).

A destacar, en el ámbito religioso, la existencia de un grupo de investigación hispanoluso, constituido en “Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos” (1987), que entre sus publicaciones destaca el “Diccionario Biográfico Franciscano de España, Portugal, Iberoamérica y Filipinas”.

Más recientemente los escritores Miguel Torga, Natália Correia, José Saramago, Günter Grass, Arturo Pérez-Reverte y Eduardo Lorenço hicieron pública su reivindicación de la Iberidad. Este último fundó el Centro de Estudos Ibéricos en Guarda (Portugal) que continúa activo. Otro centro importante es la Fundación Hispano-Portuguesa Rei Afonso Henriques (1994) que impulsa la cooperación transfronteriza.

mas de iberidadA la izquierda, libro sobre iberismo literario del ex ministro César Antonio Molina. Y a la derecha, un congreso de antropología iberotropical en Salamanca que tuvo la presencia y la intervención del Embajador de Brasil.

PANIBERISMO GEOPOLÍTICO. Del iberoamericanismo a la Iberofonía

El portugués y el español son los dos únicos grandes idiomas recíprocamente comprensibles. Los Estados soberanos de los países del espacio iberoparlante han ido progresivamente estrechando relaciones tras sus independencias.

Apadrinada por el ministro Segismundo Moret, se crea la “Unión Ibero-americana” (1885-1936), institución público-privada que, a través de sus revistas y acciones consulares, estrechó las relaciones iberoamericanas. Mantuvo una visión unilateral española, aunque formalmente siempre incluyó a Portugal.

sellos pro union iberoamericanaSellos conmemorativos de la Expo iberoamericana de Sevilla

En 1928 el iberista portugués Fidelino de Figueiredo advertía en una entrevista para la Gaceta Literaria (nº26) sobre la necesidad de consensuar conceptos “aptos a la sensibilidad portuguesa” para conseguir que Portugal entrase en el gran movimiento de aproximación a Iberoamérica, que ya calificaba de “política panibérica”. La Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929) lo hace como “iberoamericana”, y no como “hispanoamericana”, para incluir a Portugal, Brasil y Macao, que tendrán pabellón propio.

pabellon de macao en la expo de 1929Pabellón de Macao en la Expo Iberoamericana de Sevilla (1929)

En 1931, entra en vigor la Constitución española de 1931, cuyo artículo 24, título II, otorgó “ciudadanía a los naturales de Portugal y países hispánicos de América, comprendido el Brasil, cuando así lo soliciten y residan en territorio español, sin que pierdan ni modifiquen su ciudadanía de origen. En estos mismos países, si sus leyes no lo prohíben, aun cuando no reconozcan el derecho de reciprocidad, podrán naturalizarse los españoles sin perder su nacionalidad de origen”.

El hecho geopolítico clave en el siglo XX fue la creación de instituciones intergubernamentales iberoamericanas. En 1954 se constituye la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OIE) y la Organización Iberoamericana de la Seguridad Social (OISS). El gobierno español promoverá el concepto de “Comunidad Hispánica de Naciones” en 1950, inspirándose en la Commonwealth inglesa, para aglutinar toda Iberoamérica, pero ante la competencia, y las críticas, de la Comunidad Luso-brasileña (1953), se plantea solo para países hispanohablantes. Finalmente, dicho concepto termina fracasando. Con el fin del franquismo, el Instituto de Cultura Hispánica (1945-actual AECID) abandona el ideario de la hispanidad para centrarse en la cooperación iberoamericana.

En 1957, Angostinho da Silva escribe un artículo donde aboga por la unidad del mundo hispánico bajo la hegemonía luso-brasileña. Portugal en el ámbito Peninsular. Brasil en América. Juntos en el resto del mundo hispánico.

Habrá que esperar hasta 1991 para que se cree la Conferencia Iberoamericana, lo que supone un marco de cooperación intergubernamental al más alto nivel que incluye la organización de cumbres anuales entre Jefes de Estado y de Gobierno. Gracias a la participación de Brasil, Portugal se convenció de que no podía quedarle fuera y ambos participaron en la cumbre de Guadalajara (1991). Dicha declaración afirmaba: “Representamos un vasto conjunto de naciones que comparten raíces y el rico patrimonio de una cultura fundada en la suma de pueblos, credos y sangres diversos. A quinientos años de distancia de nuestro primer encuentro, y como uno de los grandes espacios que configuran el mundo de nuestros días, estamos decididos a proyectar hacia el tercer milenio la fuerza de nuestra comunidad” y finalizaba apostando por “avanzar en un proceso político, económico y cultural a partir del cual nuestros países podrán lograr juntos una mejor y más eficiente inserción en un contexto global en plena transformación”.

sello primera cumbre.pngSello conmemorativo mexicano

La diplomacia portuguesa reconoció oficialmente, primero en minúsculas (2000; Panamá) y después en mayúsculas (2004; San José), el espacio lingüístico y cultural común llamado: “Comunidad Iberoamericana de Naciones”. En 2004 se incorporó Andorra, un hecho clave que Portugal siempre vio con buenos ojos.

En 2002 la Asociación Iberoamericana de Academias Olímpicas, pasó a ser la Asociación Panibérica de Academias Olímpicas al incluir a todos los países iberohablantes. Dicha asociación está reconocida por el COI.

A partir de la XXIV Conferencia Iberoamericana de Educación en 2014, reunida en México DF, los Países Africanos de Lengua Portuguesa (PALOP) pasan a formar parte de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) como miembros observadores.

Brasil sólo ha organizado una Cumbre Iberoamericana y mantiene un perfil bajo, lo que objetivamente es negativo por su extraordinaria capacidad de relacionarse con el mundo luso, africano, americano y asiático. Sin embargo, en 2015, es un brasileño quien nos da una buena noticia, Paulo Speller, Secretario General de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), y el mozambiqueño Murade Murargy, Secretario Ejecutivo de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) firmaron un convenio marco en Lisboa con el objetivo de abrir vías de colaboración entre estas dos instituciones. Guinea Ecuatorial participa en ambas, lo que supuso la oficialización del portugués. La inclusión de este país hispano en la CPLP estuvo apadrinada por Brasil y Angola. Uruguay y Galicia (a través del Consello da Cultura y la Academia Galega da Língua Portuguesa)  han ingresado como observadores en 2016, dado que son territorios mixtos de la lusofonía e hispanofonía. Argentina ha solicitado su inclusión como país observador.

La propuesta más avanzada del paniberismo geopolítico es la transición de la Comunidad Iberoamericana de Naciones a una completa Comunidad Iberófona de Naciones, sin excepciones geográficas. La Iberofonía está compuesta por 750 millones de iberohablantes, resultado de sumar 500 millones de hipanoparlantes a los 250 millones de lusófonos. Este concepto, intuido por Vamireh Chacon en “A Grande Ibéria” (2005),  y creado por Frigdiano Álvaro Durántez Prados, ya circula por medios diplomáticos y fue presentado en 1999 en la sede de la Asamblea de la República Portuguesa por Carmen Díaz Llanos. Felipe VI, Lula da Silva, Ricardo Lagos y Mario Soares han subrayado la potencialidad del espacio iberoparlante.

iberofoniaArtículo sobre Paniberismo e Iberofonia y Tesis Doctoral de Frigdiano Álvaro Durántez Prados

En la página web de ISDIBER nos informa que “Frigdiano Álvaro Durántez Prados, (Madrid, 1969), geopolitólogo e internacionalista, Doctor en Ciencias Políticas, ha promovido y explorado, desde principios de la década de los 90 del pasado siglo, la posibilidad de articular una Comunidad de Naciones que integre a todos los países de lenguas ibéricas de todos los continentes (América, Europa, África, Asia y Oceanía). A esta concepción geopolítica la denominó “paniberismo” (en alusión a la asociación de todos los países y pueblos de lenguas ibéricas). Durántez fundó en 1995 la Sociedad Paniberista Española, primera entidad constituida con el objeto específico de promover esta concepción geopolítica y de cooperación; fue codirector de la Confederación Iberoamericana de Fundaciones, asesor en el Ministerio español de Asuntos Exteriores y de Cooperación y en la Secretaría General Iberoamericana, SEGIB, el organismo internacional organizador de las Cumbres Iberoamericanas. En todas estas instituciones informó a favor de la sensibilización hacia los países lusófonos y hacia la idea de un espacio “panibérico”. Propuso la reactivación del antiguo Instituto de Desarrollo y Sociología del Área Ibérica (ISDIBER) que contribuyó a refundar en 2002 como Instituto de Estudios Panibéricos y del que fue director durante varios años.” Según Durántez Prados “existen dos vías principales para la articulación del Mundo Ibérico: la asociación entre la Comunidad Iberoamericana y la Comunidad de Países de lengua Portuguesa” o “la ampliación de la Comunidad Iberoamericana” (Paniberismo e Iberofonía, Revista Diplomacia Siglo XXI, Julio 2015).

primer congreso

Durántez Prados (2013) cita una entrevista a Paulo Gonçalves, donde este iberista portugués y fundador del Movimento Partido Ibérico afirma que su proyecto “de Unión Ibérica está pensado para la totalidad de la Península y después para todo el Mundo Ibérico”. El día 3 de mayo de 2013 se constituyó en asociación el Movimiento Partido Ibérico en Covilhã (Portugal). Posteriormente, el 17 de diciembre de 2014, tuvo su réplica en España cuando fue inscrito en el Ministerio del Interior el Partido Ibérico Íber, partido liderado por el ex alcalde de Puertollano Casimiro Sánchez Calderón. El 1 de octubre de 2016, ambos firmaron la Declaración de Lisboa en el marco de la Cumbre de Lisboa. En dicha declaración proponen una confederación de Estados Ibéricos, llamada Iberia, así como una articulación intergubernamental de la Iberofonía. La Declaración de Lisboa tuvo un impacto mediático notable (ABC, El Confidencial, La Vanguardia, El Español, InfoLibre, Sputnik, Diário de Notícias, El Periòdic, Diari d’Andorra, Editorial de Diari d’Andorra, …).

El contexto de recuperación del movimiento iberista coincide con la articulación de «La Raya» como sujeto social a través de La Red Ibérica de Entidades Transfronterizas de Cooperación (RIET), creado el 23 de junio de 2009 en el marco de la cooperación transfronteriza europea. Este lobby de «La Raya», formado por empresarios, universidades y eurociudades/euroregiones de la frontera hispano-portuguesa, tiene un protagonismo creciente junto al iberismo político . Esta pulsión política, unida a los acontecimientos de incertidumbre internacional, han posibilitado la celebración de una Cumbre Ibérica en 2017 de ambos gobiernos y ambos parlamentos durante dos días. Lo que supone un paso simbólico para que ambos países se miren de frente y no continúen dándose la espalda.

El 30 de setiembre de 2016 se presentó por primera vez en público la Plataforma por la Federación Ibérica con el objetivo de representar socialmente al iberismo y promover la iberofonía. El 17 de febrero de 2017 se constituyó formalmente en Portugal. Esta Plataforma se adhirió a la «Declaración de Lisboa» (2016), convirtiéndose ésta en la propuesta política unitaria de todo el movimiento iberista.

Durante la XXIX Cumbre Ibérica, celebrada en Vila Real los días 29 y 30 de mayo de 2017, el Movimento Partido Ibérico y el Partido Ibérico Íber presentaron el documento «111 medidas para el Entendimiento y la Comunicación entre España y Portugal» en las calles de Vila Real, repartiendo su documento, entre cortes de jamón ibérico, frente a la delegación portuguesa. El primer ministro António Costa los visualizó y posteriormente protagonizó un discurso de tintes iberistas donde afirmó que la frontera debe ser un punto de unión de la comunidad ibérica.

El día 1 de junio de 2017 la Comisión de Cultura del Congreso de los diputados aprobó una Proposición No de Ley para establecer el Día de las Lenguas Ibéricas, previa consulta con Portugal. Esta iniciativa es de Antonio Piñeiro, escritor iberista y biógrafo de Pepe Velo. Fue presentada por el grupo popular y apoyada por el resto de grupos. El diputado de En Marea Miguel Anxo Fernán Vello abrió, por primera vez en muchas décadas, el debate del iberismo y la iberofonía en sede parlamentaria. El diputado del grupo vasco mencionó el paniberismo y el iberismo del siglo XIX.

Pablo González Velasco

Primera edición: Madrid, 28 de agosto de 2016

Segunda edición: Madrid, 11 de noviembre de 2016

Tercera edición: Madrid, 22 de abril de 2017

Cuarta edición: Madrid, 03 de junio de 2017

 

BIBLIOGRAFIA BÁSICA

“La dilatación lusófona del iberismo hispánico”. DURÁNTEZ PRADOS, Frigdiano Álvaro (2002)

“Paralelismos y convergencias entre la comunidad iberoamericana de naciones y la comunidad de países de lengua portuguesa: ¿existe un espacio multinacional de países de lenguas ibéricas?” Tesis doctoral. DURÁNTEZ PRADOS, Frigdiano Álvaro (2013)

“A grande Ibéria: convergências e divergências de uma tendencia”. CHACON, Vamireh (2005)

“Historia del Nacionalismo Ibérico”. ROCAMORA, José Antonio (1994). Universidad de Valladolid.

«Historia de una idea» BORREGO, Andrés (1869)

“Iberismo na Obra de Gilberto Freyre”. RUGAI BASTOS, Elide (1998). Revista USP São Paulo

“Sobre el iberismo y otros escritos de literatura portuguesa”. MOLINA, Cesar Antonio (1990). Editorial Akal.

“España y Portugal”. VALERA, Juan (1861). Revista Ibérica

“Evolução do iberismo de Juan Valera”. VASCONCELOS MACHADO, Rodrigo (2006). Revista Letras Curitiba.

“Juan Balera y Brasil: Un Encuentro Pionero”. PIÑERO VALVERDE, Concha (1995). Qüásyeditorial.

“Valera y Azaña: razones de un entendimiento”, PEÑA GONZÁLEZ, José (2003). Real Academia de Córdoba.

“Culturas y mestizajes iberotropicales”. ESPINA BARRIO, Angel B (2001; Ed.)

«El Movimiento Iberista», por MARTÍN, Teodoro. (2009; Aspur)

ANEXO. Carta inédita en internet de la propuesta iberista (1826) al trono español, idea de Díaz Morales y redactada por Juan Rumi. Transcrita del libro «As Quatro Coroas de Dom Pedro I» de Sergio Correa da Costa (1940). La carta original está en el Arquivo Histórico do Itamaraty en el Palácio do Itamaraty en Rio de Janeiro.

A S. M. I. y R.

Dn. Pedro de Braganza Emperador augusto del Brasil y Magnanimo Rey Constitucional de Portugal.

Principe Excelso.

El respeto á la Virtud y ál Heroysmo eleva ñtros votos hasta el trono de V. M. I. y R., por que las grandes acciones de un Rey llevan spre consigo un brillo proporcionado à los bienes que producen à los bienes que producen á los bienes que producen á los pueblos; y los rasgos con que V. M. há asombrado ál mundo le arrancan la admiración aun de los que no pueden gozar sus beneficios, la había V. M. llamado Sobresi la atención del universo dando la Independencia á la Nacion Brasileña por el noble impulso de su voluntad; pero el acto espontaneo y generoso con que ha dado la libertad ál pueblo Lusitano le coronan de un lauro más inmarcesible que el de todos los Principes famosos en la historia por lo estrepitoso de sus hosañas. Uno y otro hemisferio repiten el nombre de V. M. con el entusiasmo y veneración que se concilia simpre un augusto bienhechor de lso Pueblos que como V. M. tan notablemente contrasta con los que rigen los destinos de naciones menos afortunadas. Nosotros Señor arrastramos proscriptos por havermos complacido en que ñtro Monarca se hubiera querido elevar á una altura de glória análogo á la que V. M. I. se ha encumbrado por el solo impulso de su genio. Pero en medio de ñtras admiración y respeto no pueden negarse a tributar á V. M. la sincera expresión de estos justos sentimientos que nos átrevemosá dirigirle. I ojala los derechos que la ley fundamental y el voto de los buenos Españoles reconocen en V. M. I. y R. al trono constitucional de ñtra Patria le añadan la triple corona de que tan digno se demuestra! Quiera el cielo oir ñtro anhelo, y el gemido de la desolada España, e inspirar á V. M. hacia este desgraciado Pais (que solo en vos vé su ulterior esperanza) el sublime interés con que ya ha hecho la felicidad de outros tantos millones de fideles súbditos que no le amaran mas que los que ya le acatan como su presunto Principe, para quando ápiada la providencia torne á la Iberia su prosperidad uniéndola ál paternal dominio de un Braganza tan dignamente padre de la Patria y á quien las leyes de ella tienen designado.

He aquí Señor la espresión clara y manifiesta de los sentimientos y opinión de los patriotas peninsulares, que ñtra voz eleva á la alta consideración de V. M. I. y R. anhelando sean acogidos con benignidad.

El cielo prospera á V.M.I. y R y á su augusta familia para la felicidad de tres naciones.

Gibraltar, 24 de agosto de 1826

Firmas.

Anexo 2. Portugal Contemporáneo. Oliveira Martins. Saldanha intenta convencer a Pedro I (IV) para que asuma la corona peninsular.

Portugal contemporaneo Oliveira Martins iberismo saldanhaPortugal contemporaneo Oliveira Martins iberismo saldanha 2

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